ChocóLATE - Parte I

Esta pobre historia de palabras, pero rica en SONRISAS e IMÁGENES MEMORABLES, se originó en un pequeño pueblo del litoral olvidado, reconocido mundialmente por su gran biodiversidad y por estar ubicado en el único departamento de Colombia que se da el lujo de ser bañado por aguas de los mares Atlántico y Pacífico…. y es aquí, en este punto instalado en la inmensidad de lo infinito, donde se escribe esta historia, la historia de ChocoLATE...!

Fotografías y textos:

William Castaño Arboleda "WALLACE"

¿Me etá mirando por ese rotico?

Garabateado sin “enters”: Viernes 20 de Julio. Pasado en un PC: Domingo 5 de Agosto.

Este es mi viaje, estas son mis palabras, éstas son mis imágenes, esta es mi historia y estoy viviendo para contarla. Aquí, solo un pedacito.

960 fotos. Numero 960 pa´l chance. Juégelo, gáneselo y disfrútelo en Nuquí.

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” Gabriel García Márquez.

Porque he decidido levantarme de mi silla, salir y emprender un viaje donde me voy con el maletín lleno de temores, de cosas por cambiar, de medias rotas y la ropa que esa que llaman “la viejta pa´ los paseos”; me voy con mis ganas de volver siendo otro, aunque mi empaque siempre será el mismo, claro, mas añejo cada día, pero como buen vino, entre más anejo… Un viaje solo, mi primer viaje solo a un lugar por conocer (¿Porque volver a un lugar conocido si hay tantos por conocer?, Claro que volvería al Cabo en la Guajira, al Cocuy en Boyacá, a Nuquí y volvería a los lugares donde no he ido). Me voy con el abrazo de manos de mis amigos (todavía lo siento), con “El señor lo proteja” de mis padres que no saben hacia dónde voy, bueno yo tampoco lo sé. Mi mochila, mi cámara, mi carpa, mi estufa, el” inoxcrom” de tinta azul con el que escribo en esta servilleta, con mis recuerdos, mis desventurados recuerdos que hacen de mi vida, una historia pobre que contar, pero bien contada. Me voy a descubrir, a conocerme un poco, o tal vez a desconocerme más de lo que hasta hoy me desconozco. Dos rollos de 2 gigas cada uno, dos lentes y las gafas, un trapito, dos trapitos, tres trapitos y el famoso “Nopiquex”, las letras de su caja atemoran: Nopiquex: protéjase de la malaria, dengue hemorrágico y lesmaniasis” pero la practica es otra: no hay animal que se resista a su tentación y al final, pican.

Ahora, por motivos que no entiendo ni comprendo, ya he ganado algo: usted ya ha leído dos párrafos de ésta página, me llena de energía. Aunque no sé esos ojos que leen estas palabras a quién pertenecen, le mando un: Gracias!

“Vivamos Inteligentemente” Letrero a la entrada de la única tienda que tiene Termales, corregimiento de Nuquí, Chocó, Pacífico pacífico Colombiano.

Manesita rosadita muy experta yo te haré, para q” hagas buenas letras y no manches el papel” Letrero a la entrada de la única tienda que tiene Termales.

Apenas amanecía aquel viernes de 2007 donde el país “celebraba” una vez más La “Independencia de Colombia” aunque eso me lo dijo un amigo, las fechas de este país se me olvidan. Mañana fría y nubada. Mis pies, a las 8:50 de la mañana, se separaban del imán que me mantuvo siempre sobre tierra firme. (Desde el mismo Matecaña que siempre me veía comiendo algodón rosado y chócolo cuando mis padres los domingos me llevaban a ver despegar aviones. Ahora, veo el aeropuerto desde adentro y mi madre en la malla sin algodón y sin mazorca, pero con mucho sueño porque la levantada fue muy tempranera. Es mi primera vez. Mi gran vuelo de pobre, mi pobre vuelo. Aquellos 11 corazones enclaustrados en aquella AK 4288 nos burlábamos de la gravedad y nos reíamos de su fuerza. Ahora entiendo cuales son las AK que a cada rato se estrellan por ahí en las montañas sin que nadie lamente nada. Parado en las nubes, comprendí la magia que encierra esta casa, nuestra casa: me detuve por un momento en el tiempo y comprendí la inmensidad de aquella majestuosa tela de algodón que nos cubre y la falta de interés que le tenemos. Voraces caballos galoparon en mi ventana motivados por el tímido sol que apenas aparecía y que nada se interponía en su camino. Arriba sol, en el medio las nubes y yo, y abajo, la madre de las madres. Mientras me divertía, revoloteando entre las nubes entre un sube y baja, mi desayuno ya empezaba a pedir salida, empezaba a mirar de reojo aquellas pequeñas bolsitas negras ubicadas en la entrada la mini-cabina de los pilotos que de lo chica hasta sus codos se codeaban. ¿Porque tienen que hablar en inglés con sus torres de control? Dicen que es lenguaje de la aeronáutica, pero ¿acaso no es el inglés una adopción extranjera? Porque no adoptan el quimbaya de nuestros indígenas, o el embera o chibcha: imagine los pilotos a punto de aterrizar hablando embera. Que si se mueve la avioneta? Que te cagas! Como dicen los viejos europeos que me caen hasta bien. Deporte extremo hacia el chocó: avioneta monomotor o bimotor de 4 o de 8 pasajeros. Que te cagas..!

Parado en las nubes, comprendí la magia que encierra esta casa, nuestra casa.

Un manto blanco mezclado con suave azul servían de autopista para que aquella pequeña avioneta navegara por entre sus calles transitadas solo por el viento.

9:10 am: Ante el encuadre de mi ventana: Quibdó. 10 minutos de espera posados sobre su pista, un pasajero que se queda y otro que se sube y vuelve y arranca. Mis ojos ven el mar (20 minutos despúes) por segunda vez. La Guajira fue la musa que despertó en mí esa pasión. Ahora el pacífico Pacífico me recibe con el azul del agua, el blanco de las nubes que me despiden cuando me ven bajar, el verde de la ganja pinta la selva pura. Me muestra su inmensidad. Cuando quiera se traga AK, boing, helicópteros, al presidente, al campesino, al citadino y buñuelo como yo pa´montar en esta mierda... a la gente, lo que le pase por encima y no respete su supremacía, respeto, la selva inspira respeto. Es inmensa, créame aunque sólo presencié un poco. Solo un valiente se atreve atravesarla en su máxima extensión: El Río Atrato.

Al descender hacia Quibdó, se despejaba la vía, la majestuosidad de la selva se hacía presente.

Parte del Quidó y las aguas del Atrato como su puerta de entrada.

Solo un gigante se atreve a travesar la espesura de la selva que sirve para camuflar aquel hermoso municipio: El río Atrato.

A solo 10 minutos del despegue, la primera vista del esplendoroso y pacífico: Océano Pacífico.

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CONTINÚA PARTE II...

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